Artículo: «La realidad» de Manuel Alcántara, publicado en La Esquina Revestida el 25 de julio de 2025

El Colegio Oficial de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla y León recomienda la lectura del artículo titulado «La realidad», publicado por Manuel Alcántara el 25 de julio de 2025 en La Esquina Revestida.

«La realidad»

Los datos son duros, se dice con frecuencia. Son los que son. Un aforismo provocador a menudo atribuido a Albert Einstein señala: «No todo lo que cuenta se puede contar; no todo lo que se puede contar cuenta».  Es una buena invectiva para cualquier sesión con veleidades metodológicas, sin embargo, ahora todo lo relativo a la academia está lejos.

Con la mirada perdida en el paisaje que devela la ventana se niega a interpretar el sentido de lo que llaman mundo exterior. Es consciente de los cambios acaecidos desde el primer momento que lo contempló hasta hoy, pero es incapaz de interpretarlos. En su interior todo se ha movido y ahora parece que es otro. No quiere, o simplemente no puede, entrar en elucubración filosófica alguna, aunque sabe que el asunto le conducirá inevitablemente por esos vericuetos si continúa fijando su atención unos pocos minutos más. Entender qué es lo que ha pasado desde aquel primer día. No puede, o quizá no quiere.

Las palabras que escuchó en el parque por la mañana en su deambular hacia la oficina todavía resuenan en su cabeza. Al mirar una frondosa arboleda en la que numerosos tonos verdes sobresalían una mujer decía con tono quejumbroso a otra que hacía fotos con fruición que no tenía una cámara que reflejase lo que sus ojos veían. Sí, una inequívoca pretensión de captar la realidad. Mejor aún, de querer poseerla. Lo mismo que hacía apenas un rato él había pretendido al abordar aquella masa boscosa que se entretejía con las edificaciones cuyo diseño ya había dejado de sorprenderlo. Seguramente, la queja de la mujer era por la carencia del celular adecuado frente al modelo obsoleto que disponía y no tanto por su avidez a la hora de creer hacer suyo aquel goce estético capturando el inmarcesible instante. Él duda. Cada uno tiene su manera de ver las cosas.

Pareciera que cuando se trata de entender la vida el problema se podría solucionar haciendo una aproximación diferente a los detalles. La búsqueda de la ansiada objetividad se presenta como una opción ineludible. Aprehender con rigor rasgos, matices que definan algo que se pretende estable e inmutable. Ser y esencia. Siempre se ha dicho que el lenguaje numérico puede ser un camino facilitador, pero los números son una forma abstracta de explicar el mundo y en su falta de personalización caen con frecuencia en el abismo de la neutralidad. ¿Qué significa haber estado juntos una docena de veces? Además, y a pesar de que los códigos binarios han tenido una inmensa capacidad cognitiva, los dígitos resultan poco gratos cuando se trata de hacer acercamientos con cierta precisión a la hora de tratar cuestiones en las que se persigue su faceta estética. Ni que decir tiene que tampoco la inteligencia artificial en su búsqueda de patrones en grandes cantidades de datos mejora la situación por mucho que se la ensalce.

La edad es otro campo donde definir parámetros que concreten su realidad parece sencillo si uno se deja guiar por la fecha de nacimiento para contar desde ahí y configurar distintos escenarios generacionales. Luego vienen las categorías que prefiguran desde políticas públicas al uso -como las de niñez, juventud o vejez-, a modas de distinta gama en el consumo o en el ocio para cada una de ellas. Tampoco hay que olvidar los estereotipos que conforman. Las palabras tratan de edulcorar las situaciones y los viejos no son tales, ni siquiera los ancianos, sino adultos mayores. Se dice que la edad es la de las arterias, así como que lo que importa es cómo uno se siente para minusvalorar el peso de los años donde el medidor inexorable es el calendario. La realidad se retuerce y se confunde para que la diferencia entre los miembros de la pareja sea a veces insalvable y otras no se convierta en imponderable.

Hay gente cuyos sueños enmarcan su vida dotándola de trascendencia. Además, los nutren con fórmulas exotéricas variopintas con las que cabalgan sobre nubes. Sirven para agarrarse a algo que es intangible que, no obstante, afianza su existencia al elaborar un relato que los enaltece y que se impone como el verdadero. La realidad construida puede ser efímera, pero no importa. Al final nadie se acuerda.

Otros dicen que viven con los pies en el suelo. Es indiferente que su hacienda sean habas contadas ni que su prédica esté llena de refranes en los que el realismo se impone. Su afán es culminar el día, uno tras otro. Saldar la jornada sin aspavientos. Arrancar la hoja del calendario sin esperar recompensa alguna. Son mundos paralelos con realidades aparentemente distintas que no colisionan y que permiten la convivencia sin aspavientos ni recelos.

La realidad integra también lo intangible de las emociones y de los sentimientos cuyo impacto es desigual y que algunos desestiman por completo. Aunque hay gente empecinada en que el dolor está sujeto a medición otra señala que es imposible saber si dos individuos pueden sentirlo de la misma forma y con similar intensidad. Lo mismo ocurre con la alegría y con la felicidad. Ni que decir del miedo o del asco. Del aburrimiento o de la pasión. Del amor o del odio. De la soledad o de la compañía. Frente a todo ello la imaginación socava constantemente la pulsión por el imperio del llamado mundo real donde todo queda censado.

Al final solo quedan preguntas que desvanecen, cuando no confunden, todo sentido de realidad ¿Cuál es el contenido del silencio? ¿Cuál es su lugar? ¿Por qué querer callar? ¿Qué supone salir sin despedirse o reusar confrontar la mirada? ¿Qué queda detrás de la puerta cerrada? ¿Quién desoye la plegaria del bardo olvidado y es capaz de transformar la lluvia en llanto?

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