Artículo: “Que quede entre nosotros”, por Manuel Alcántara, publicado en la Esquina Revestida el día 18 de octubre de 2024

Artículo: “Que quede entre nosotros”, por Manuel Alcántara, publicado en la Esquina Revestida el día 18 de octubre de 2024

Desde el Colegio Oficial de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla y León les recomendamos el artículo de Manuel Alcántara “Que quede entre nosotros”, publicado en la Esquina Revestida el día 18 de octubre de 2024.

¿Hasta qué punto puede un secreto ser compartido? ¿Cuál es el significado de hacer partícipe a otra persona de algo que no solo no es vox populi sino que incluso es dominio de muy pocos? ¿Qué sentido tiene un secreto a voces frente al sagrado componente del secreto de confesión? El manejo de la información supone poder, se dice. Por otra parte, la noticia que solo circula en un núcleo restringido de personas confiere identidad al grupo con independencia del valor que pudiera poseer. Además, el hecho de compartir un dato, o una secuencia de vicisitudes, convierte a quienes lo posean en cómplices de un afán cuyas dimensiones son variopintas. Son usufructuarios de un activo variable en su alcance en cuanto a las consecuencias que pueda traer consigo que afectan tanto al círculo de iniciados como también a diferentes sectores de la comunidad que en principio pudieran ser ajenos.

Desde el sacerdote hasta el capo mafioso, pasando por el resguardo del sumario en una causa judicial, la gestión del secreto ha configurado un modus operandi propio que ha dado sentido a momentos de la vida de la gente. Todo el mundo sabe a qué atenerse. Algo similar sucede con secciones de la policía, de ciertos servicios de información del estado, de datos sensibles de la clientela en distintos ámbitos como la banca, las notarías o en el propio periodismo. Lo secreto se convierte en una suerte de paraguas que protege, pero que a la vez configura un escenario bien diferenciado que asume una caracterización peculiar. La capacidad de definirlo, de establecer sus reglas así como su alcance, la potestad de levantarlo, suponen un poder que no debería ser discrecional pero que muchas veces lo es. La transparencia es su némesis que hoy intenta avanzar de forma irrestricta para combatir los abusos de aquel.

En la convivencia cotidiana, no obstante, hay un ámbito de actuación entre las personas que limita ciertos quehaceres. La gestación de la confianza es una práctica muy significativa pues supone la argamasa sobre la que se construyen las relaciones sociales. Ello ha venido siendo muy evidente sobre todo en la familia, entre los amigos y en el trabajo. El conocimiento de valores y de pautas de resolución de conflictos sin dejar de tener un cariz universal requiere de una adaptación particular donde cierto nivel de reserva constituye un factor de cohesión. Igualmente sucede con el uso de frases diferenciadas o de modismos que están cargados de significados especiales para el grupo. La expresión “que quede entre nosotros” se mueve en ese nivel. No constituye plenamente una invitación al secreto, pero sí que es una llamada de atención hacia un comportamiento discreto. Allí la clave del éxito se sitúa en la elevación al rango de ritual específico del grupo no siempre compartido por otros en el entorno.

Sin embargo, las cosas siempre son más prosaicas.

Como lo fue cuando el administrador tuvo un día complicado. El suministro no había llegado y no se había podido avanzar en la entrega de los pedidos de conformidad con el calendario previsto. Por otra parte, la inspección fiscal pendiente no se había podido realizar y el retraso tenía muy nervioso al personal de contabilidad. Para mayor complicación el responsable de ventas llevaba toda la semana de baja. El ambiente en la empresa estaba enrarecido. Por todo ello había decidido suspender la reunión convocada. No deseaba dar explicación alguna, pero sí era consciente de que algo tenía que decir al representante sindical. Quería mantener una conversación cuyo contenido no trascendiera pero que sirviera para que el sindicalista le ayudara a calmar a la gente. Avanzar el nuevo proyecto de apertura de una nueva sucursal para el año próximo si la inspección fiscal no descubría nada y sin ampliar la plantilla. Tenía que convencer al trabajador que lo que hablaran debía quedar entre ellos pues de lo contrario se abrirían demasiados frentes con resultados inciertos, sin embargo ¿a cambio de qué compraría aquel silencio?

También hay situaciones que con frecuencia rozan lo patético. Una entre muchas se centraba desde hacía 20 años en tres hombres que recibían cada Navidad un lote de regalos que la principal empresa de la ciudad mandaba a la Asociación cultural que aunque languidecía mantenía prestancia en momentos notables del calendario. A su presencia durante la cabalgata de Reyes, el baile del Carnaval y el día del libro se le sumaba el papel protagonista en la redacción del pregón de las fiestas locales, así como en un par de efemérides variables más. La Asociación había ido cambiando durante los años si bien mantenía estable su membrecía en torno al medio centenar de socios y su inamovible y reducida junta directiva integrada por tres quintos que ahora frisaban los 60 años. Desde hacía tiempo seguían la pauta del “yo me lo guiso, yo me lo como” y se repartían las pingües sinecuras que recibían: regalos, entradas para diferentes eventos e invitaciones oficiales. A fin de cuentas era una práctica universalmente concebida de modo tácito de que las cosas quedaran entre ellos.

A cierta distancia el escenario era diferente. Ella miraba al hombre con reservas. No entendía por qué la estrechaba las manos sin soltarlas desde hacía varios minutos, tampoco antes comprendió sus reiterados mensajes entrecortados rogándola que se encontraran. Ahora ya lo sabía. Llegado el momento trascendental de su perorata se negó a seguir escuchando y más porque él había comenzado su parlamento pidiéndola que le guardara el secreto de lo que iba a contarla. No aceptaba ser su cómplice en aquella traición y no quería conocer ningún detalle de lo sucedido. Los ojos de cordero degollado del hombre añadían patetismo a la escena que era una más añadida a una secuencia de mentiras piadosas, medias verdades y mezquindades. Ella se levantó despacio deshaciéndose de sus manos y con voz firme le dijo que lo que sí que iba a quedar claro entre ellos, y solo entre ellos, es que jamás volverían a verse.

Fuente de información

0 Comentarios

No hay comentarios aún

Puedes ser el primero para comentar esta entrada

Deja un comentario