Con el lanzamiento de «El Libro de la Quincena», Manuel Alcántara nos invita a embarcarnos en un emocionante viaje de descubrimientos. En este espacio, Manuel nos ofrece una selección cuidadosa de libros que, según su criterio experto, merecen ser destacados y compartidos. Cada dos semanas, nos guiará a través de reseñas, revelando las obras literarias que han capturado su atención y reflexión.
«Bruma»
Labrar una carrera académica supone alcanzar diferentes hitos cada vez más prolijamente establecidos en el marco de una competencia feroz por publicar en revistas indexadas y en conseguir proyectos de investigación en convocatorias competitivas que nutran los cada vez más magros presupuestos universitarios. Quizá la asistencia a congresos de cierto renombre y las estancias en centros de reconocido prestigio internacional contribuyan al éxito del proceso. Sin embargo, la tarea del escribidor en el marco de la creación artística a la hora de definir su progreso es mucho menos clara. No solo se trata de la ambigüedad del canon, también tiene que ver los santuarios editoriales y, como no, ciertas dosis de fortuna sin dejar de lado, obviamente, el buen hacer de lo escrito.
Cuando se entraba en el último cuarto del siglo XX Barcelona se convirtió en la meca editorial del español. La existencia de una potente industria del ramo, una gama notable empresarial y muy profesional en el sector, el clima socio cultural de una ciudad abiertamente antifranquista y el arribo de un notable grupo de escritores que se mezclaron con la excelencia local configuraron un escenario insólito. El tantas veces citado boom literario latinoamericano que abarca desde Mario Vargas Llosa hasta Roberto Bolaño fue el fruto de aquel momento prístino y el acicate para muchos nuevos talentos que buscaron la consagración en la ciudad condal y alrededores.
Miguel Molina Díaz es un quiteño que conjuga su vocación literaria con la profesión académica. Ambas se integran con cierta frecuencia y nutren numerosas andaduras de letraheridos que caminan en busca de dar sentido a su existencia a la vez que logran cubrir sus necesidades domésticas vitales. El equilibrio de ambas facetas llevan a Molina a dibujar un panorama, en cierta medida autobiográfico, en el seno del bullir inicial de los años locos del independentismo postpujolista y en la búsqueda de la necesaria notoriedad para llegar a los despachos en los que la decisión de publicar o no es una cuestión de vida o muerte. La necesidad de sobrevivir se impone aunque sea a costa de inventar ingeniosamente entrevistas mientras se trenzan relaciones amorosas fallidas. Su escrupuloso respeto a las fuentes de lo que las personas entrevistadas dijeron en momentos diversos y en otros contextos es una artimaña académica que pudiera valer en ese medio, pero que, curiosamente, es repudiado en el universo configurado por la brumosa realidad de lo que es noticiable y de la defensa de los agentes literarios del buen nombre y de los supuestos intereses de sus representados..
Miguel Molina Díaz (2024). Bruma. Seix Barral Biblioteca Breve. Planeta. Bogotá. 2 ed. 187 págs.
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