Desde el Colegio os recomendamos el reportaje publicado por la Revista Ser Padres del mes de julio de 2018: “Volver al pueblo por vacas!, con la participación de nuestra colegiada y Técnica del Colegio Ana Velasco Gil.
¡Volver al pueblo por vacas! El acercamiento a lo tradicional, a la vida saludable, a la familia, el deporte, las raíces o la cultura se refuerzan a través de las vacaciones de verano en los pueblos.
Por Lola Casas
El 50 % de los españoles elige como destino de sus vacaciones un pueblo o ciudad costera de nuestro país. Según publicaba el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el pasado año, el segundo destino elegido por los españoles, en el 21,1 %, es el de viajes relacionados con la naturaleza. Otra encuesta publicada también por el CIS en 2017 revelaba que un 35,2 % emplea su tiempo libre en ir al campo o salir de excursión. Así pues, la desconexión con las grandes ciudades es una opción que nunca ha pasado de moda. Si bien las razones que hay detrás pueden tener que ver con la conciliación, la economía familiar o el deseo de huir de los destinos más turísticos, lo cierto es que pasar unos días en un pueblo puede traer consecuencias muy benefi ciosas en el desarrollo de los niños.
Todos son ventajas
Algunos de los valores más destacados que puede aportar a los niños la vuelta al pueblo durante las vacaciones es el contacto con la naturaleza, una mayor cercanía con entornos más saludables, donde puedan pasar más tiempo al aire libre y tienen un mayor contacto con animales y plantas, experiencias enriquecedoras que a las que no se tiene acceso tan directo en la ciudad. “No es lo mismo acudir a un parque, que no deja de ser una construcción artifi cial que emula la naturaleza, que la experiencia de pasear por caminos de tierra, bañarse en ríos, ver ovejas, caballos, burros, con un paisaje natural o rural” explica a SER PADRES Ana Velasco Gil, socióloga decrecentista, madre y habitante del medio rural.
“Este valor es clave ya que pone en contacto la infancia con la naturaleza y permite que la relación y el conocimiento de la misma sean ya en sí un aprendizaje”. El aprendizaje es tener nuevas experiencias, conocimientos y vivencias que enriquecen y dan una visión más amplia del mundo y la realidad. Y un niño que no tiene este contacto “además de verse privado de la riqueza de la naturaleza también se ve más delimitado en el futuro porque empobrece su conocimiento, su visión más amplia de otras realidades o formas de vida”, comenta.
Amor por la naturaleza
Uno de los principales valores que adquieren los niños cuando pasan temporadas en entornos rurales es el contacto, amor, integración y respeto por la naturaleza y los animales.
Más del 21 % de los destinos vacacionales son en parajes naturales
Bueno para toda la vida
Vivir de esta manera durante unos meses sirve para construir la personalidad del niño, para ampliar sus experiencias, para enriquecer su mundo, es decir, que permiten tener una visión más amplia. Las ciudades aunque se defi nen como estructuras de mayores oportunidades también proyectan una forma de vida que en ocasiones parece ser la exclusiva, acertada o correcta, cuando en realidad son múltiples las formas de vida y de desarrollo que encontramos en cada cultura, e incluso dentro de una misma sociedad. El ritmo de vida de la ciudad no deja de ser más individualista y el hecho de poder tener experiencias -aunque solo sean durante los meses estivales- de comunidad proyectan en la infancia multitud de conocimientos y experiencias que les servirán para toda la vida. Ana Velasco Socióloga decrecentista
“Si queremos una sociedad más respetuosa y concienciada con el medio ambiente es clave una infancia que esté conectada con la misma, que haya podido tener experiencia y relación con ella”, dice la socióloga.
Familia y amistades
Los niños están en entornos mucho más cercanos, familiares, pequeños, “que nos permiten volver a la vida en comunidad, a unas relaciones más estrechas y a fomentar el valor de la amistad”, explica la experta. Las relaciones sociales se estrechan en estos entornos y permiten “un mayor contacto entre distintos grupos o colectivos sociales por la propia cercanía y familiaridad que en una ciudad puede que no se dieran”.
Tiempo, tiempo y tiempo
El ritmo de las ciudades y de la sociedad en general se caracteriza por las prisas, los horarios y las rutinas, mientras que el verano y en concreto la vuelta al medio rural, representan todo lo contrario. Para niños y niñas esto se traduce en una mayor calidad del tiempo que pasan con sus padres, sin tantas ataduras al horario laboral o escolar, en una mayor capacidad para la improvisación, la sorpresa, el descubrimiento y el conocimiento, porque éste es más autónomo menos formal y más creativo. Así, cocinar, cultivar un huerto, ir a ver los animales de la granja, hacer castillos en la playa, recoger conchas, hacer collares, pasteles, cabañas, encontrar insectos, disfrutar de las verbenas y fiestas, hacer peñas, y todas las actividades que podamos recordar de nuestra infancia, “son formas de aprendizaje y de un aprendizaje más libre, en muchas ocasiones más creativo y autónomo, y que facilita el desarrollo de las capacidades y habilidades”, añade Velasco.
Libertad y maduración
Estos entornos están envueltos de una mayor seguridad, por lo que a muchos niños se les permite “poder jugar en la calle, en los parques, en las plazas… sin depender del automóvil, del móvil o de una vigilancia constante de los padres”, cuenta la socióloga. El retorno al pueblo es volver a poder andar libre, ir en bicicleta, estar con los amigos, los abuelos y contribuye a generar una sensación placentera y de libertad única en la infancia. “El valor de la libertad e independencia permiten a los niños tener un espacio más libre y seguro para poder moverse sin vigilancia constante ni sensación de miedo o peligros” algo que, día de hoy, añade, está diametralmente opuesto a la “sociedad de la seguridad” o la “sociedad del miedo” en que vivimos. “En concreto dentro del cuidado a la infancia también se han incrementado las medidas de seguridad en todos los aspectos, lo que ha llevado también a una pérdida de autonomía, independencia y libertad”, explica la experta.
Disfrutar con los padres
En lo que respecta a la infancia no se trata solo de favorecer un espacio más familiar, cercano o natural sino también de “dedicar tiempo a nuestros hijos de calidad, facilitar su independencia y autonomía, fomentar sus experiencias y priorizar valores”, asuntos que dependen mucho también de la actitud de los padres para estar dispuestos a que a ellos también les enriquezcan “las oportunidades que les brinda este entorno, la importancia que den a la naturaleza, a una alimentación sana, a las relaciones sociales, culturales o sociales”. La calidad de vida de la infancia debe estar relacionada con la capacidad disfrutar de unas vacaciones, de un espacio de diversión, de tiempo de calidad para estar con la familia, para disfrutar de sus amigos, “pero también para poder hacerlo en entornos adecuados, espacios verdes, rurales, naturales, que les permitan dejar de lado las prisas, el ruido, la contaminación y el miedo, para volver a ser libres aunque sea durante el verano”, explica la socióloga.
Ecologismo, amor por la naturaleza
Uno de los valores más importantes y que más y mejor pueden aprender los niños en entornos rurales es el ecologismo. “Se trata del valor por reducir, reciclar, reutilizar, el propio valor de las cosas hechas por uno mismo -alejado del consumismo extremo- el cooperativismo o el aprovechamiento de los recursos que se da en el medio rural en mayor medida que en las ciudades”, añade la socióloga.
Alimentación saludable
Asimismo, el entorno rural tiene una mayor asociación con una alimentación más saludable que apuesta por la cercanía, lo local y donde hay una mayor facilidad para poder dedicar más tiempo a la alimentación sana y a la obtención de productos frescos o cultivados por uno mismo. Por tanto, el valor de la cocina tradicional, la alimentación saludable o el consumo local son algunos de los beneficios que conlleva también el acercamiento de la infancia al medio rural.
Lo que nunca debe faltar
La socióloga Ana Velasco resume la esencia de volver a los entornos rurales: “La mayor independencia, la sensibilidad y respeto por la naturaleza, la socialización, el autoconocimiento o aprendizaje, las ansias de descubrimientos, la responsabilidad, el cuidado a los mayores y el cuidado a los pequeños, el arraigo a la cultura, a los orígenes, a la familia, el desarrollo de la empatía y, sobretodo una visión más amplia del mundo. Todo ello se adquiere en los entornos rurales por paradójico que parezca, ya que resulta que dichos enclaves, más familiares y cercanos, nos permiten conocer y entender otras formas de vida más allá de las estereotipadas. Volver al pueblo es tan enriquecedor como lo es viajar, aunque pueda parecer todo lo contrario porque aunque los pueblos tienen la imagen generalizada de ser más cerrados, conservadores o anclados en el pasado, abren la mente, permiten conectarnos con nuestras raíces, nuestra cultura, nuestros valores, nuestras gentes y sobretodo con la naturaleza y las relaciones en comunidad”.
Os dejamos el reportaje en PDF:
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